
"Al abrir el brick me pareció que el líquido tenía un aspecto raro, como de haberse agriado", recuerda Mari Carmen. Pero el susto y el asco fueron mayúsculos cuando del bote se precipitó hacia la cazuela una masa informe de color blanquecino.
"Lo pinché con el tenedor y creía que era carne, luego lo lavé y parecía oreja, pero está claro que no". Lo que esta madrileña tenía en el fregadero era una masa irreconocible de restos de animal, algo más parecido a unas vísceras que a una oreja.
Mari carmen intenta ahora ponerse en contacto con el fabricante de tomate y los responsables de Consumo de la Comunidad de Madrid para denunciar el incidente, aunque aún no lo ha conseguido.
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